Oleo de mujer con sombrero

No siempre estás inspirado o encuentras algo nuevo que ofrecer. En ésas andaba, pensando en el sorteo que tendré que organizar estos días (parece que la participación va a ser pequeña, pero no por ello menos valorada por mí, desde luego; los que están son de los acérrimos, desde luego), en los nuevos conciertos que se anuncian (Xabi Aburruzaga el jueves en Kafe Antzokia o Javier Bergia, en tres actuaciones en Bizkaia en febrero, por ejemplo) o en trovadores que encantan a adolescentes (esto parece casi de El flautista de hamelín) leído en El Correo ... Y me he ido a un clásico, a una de esas canciones que sigo entonando en ocasiones desde aquella primera vez que la oyera en directo en el vetusto pabellón de La Casilla: Oleo de mujer con sombrero, de Silvio Rodríguez

No sé cuál será la explicación de la letra, si la que dieron en Todo lo que imagines o la de Antonio Ibarra en La Coctelera o la de Toni Campos (que hasta anduvieron buscando el posible cuadro de Chagall); en todo caso, me gusta.



Como curiosidad; el vídeo que te pongo --hay muchos más, claro-- fue grabado en 1976 para la televisión sueca y está subtitulado en ese idioma.
Una mujer se ha perdido
conocer el delirio y el polvo,
se ha perdido esta bella locura,
su breve cintura debajo de mí.
Se ha perdido mi forma de amar,
se ha perdido mi huella en su mar.

Veo una luz que vacila y promete dejarnos a oscuras.
Veo un perro ladrando a la luna
con otra figura que recuerda a mí.
Veo más: veo que no me halló.
Veo más: veo que se perdió.
 
Una mujer innombrable
huye como una gaviota
y yo rápido seco mis botas,
blasfemo una nota y apago el reloj.
Que me tenga cuidado el amor,
que le puedo cantar su canción.

La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a amores,
ni a historias, se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar..

Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndome al centro del miedo
y yo, que no soy bueno, me puse a llorar.
Pero entonces lloraba por mí,
y ahora lloro por verla morir.





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