Nueva York, ciudad de contrastes

He pasado unos días en Nueva York; bueno, mejor dicho, unos cuantos en Manhattan y algunos ratos en otros de los distritos o boroughs de Nueva York. Si tuviera que definirla con una palabra a la ciudad, creo que la más adecuada sería contrastes, y no porque una de las excursiones organizadas que más éxito tengan se llame así.
  • Una ciudad muy poblada y con muchos turistas. Así, se encuentran habitantes y visitantes en distintos entornos y momentos; pienso, por ejemplo, en el metro o en el Ferry de Staten Island (que es gratuito, por cierto). O entre los trabajadores de la construcción (que descansan en los bancos de la Isla Roosvelt, pongamos por caso) y los turistas que pasean y sacan fotos (del skyline de Manhattan, digamos). 
  • Escenarios que recuerdan a las películas y series de televisión, pero muchos homeless (aparentemente, al menos), y unos precios altos, al menos comparados con los sueldos y el nivel de vida de aquí. La ley de la oferta y la demanda en multitud de ejemplos. Y es que junto a quienes están pidiendo por las calles, los musicales de Broadway tienen su público, y hay coches grandes que recogen a asistentes a estas obras a la salida. Y limusinas. Claro que también hay gente que hace cola para conseguir entradas para venderlas.
  • Edificios impresionantes, muchas construcciones en marcha, y al lado pequeños edificios que sobreviven. Y baches en las calzadas, aunque haya múltiples obras. Y charcos si llueve (me quedé con las ganas de examinar la profundidad del pozo en algún caso).
  • Aunque en EE.UU no haya lengua oficial según la Constitución, el inglés es la lengua más usada y extendida, pero mucha gente conoce y habla español.
  • Mucha policía uniformada, de distintos estilos, cuerpos y categorías. Seguro que hay muchos más de paisano en todas partes. Y muchos guardas de seguridad y distintos controles en edificios. La ciudad, segura... se supone. Aunque entornos como High Lane Park y otros pequeños parques se cierren pronto para tratarse de "la ciudad que nunca duerme".
  • Distintos ambientes en calles cercanas (Chinatown, Little Italy, Soho, Noho...), distintos barrios, distritos... Claro que dicen que los chinos se están comiendo a los italianos, últimamente (en cuanto a espacio, me refiero); el fenómeno, y no con italianos, también se ve en el Botxo, en calles como Autonomía, por cierto. Y judíos, más o menos ortodoxos.
  • Contraste entre el dolor por las muertes en las Torres Gemelas y el negocio surgido en torno a los atentados (museo, por ejemplo).
  • Te cobran la propina, directamente incluso. Pero te ofrecen agua de grifo en el restaurante, sin cobrarte por ello. Lo de pedir algo con alcohol (aunque sea cerveza o vino), a precios altos. Pero puedes encontrar un pub (al menos) con pintas (de cerveza) a 3 dólares y regalo de perrito caliente.
  • Hablando de comer y beber, puestos y más puestos callejeros, de todo tipo (que sirven hasta langosta). También establecimientos de cadenas (anda que no hay Starbucks y McDonald's). Y restaurantes de postín. Y sandwiches a precios de auténtica delicatessen. Y muchas personas comiendo en la calle, o con su vasito de cartón. Y las mesas de los establecimientos (que pueden ser altas), mirando a la calle.
  • Y mucha comida rápida, pero te avisan en bastantes de los sitios (creo que no en los puestos callejeros) de las calorías que tiene lo que tienes pensado pedir para comerte. 
  • Cartelería en el metro, para enseñar (y supongo que pretende que se cumplan) "buenas costumbres", o sea, costumbre cívicas. No sé, algo así como educación para la ciudadanía... que usa el metro.
Como en otras ocasiones, fotos de algunas cosillas que me han ido llamando la atención. Con especial atención al paisaje lingüístico, supongo que por ese puntillo de deformación profesional. 

2016 New York

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