¿A dónde irán mis libros?

La idea no me abandona desde que se lo oí ayer a Félix G. Modroño durante uno de los paseos / encuentros con lectores que ha organizado estos días de julio a modo de presentación de su nuevo libro, La ciudad del alma dormida.  Porque dentro de las tareas de documentación, han llegado a su poder un par de libros dedicados en sus momentos a otras personas. Dijo Félix que en su caso han llegado a buenas manos.

Así que no dejo de darle vueltas: ¿qué pasará con esos tesoros para mí que son los libros y discos que me han dedicado? (ayer el último, sin ir más lejos) ¿los valorarán mis herederos y herederas, o será algo sin importancia, algo que sobra cuando falta quien los adquirió o a quien se lo regalaron y se desharán de ellos sin mucha consideración?

No sé si en estos casos cabe dejarle un hueco especial en el testamento (no lo pregunté). O si hay que hacer otro testamento complementario. Como con la vertiente digital, que parece también se puede legar o decidir qué se hace..

Y cómo no acordarme también de ese viejo tema de Silvio Rodríguez, que ya te acercara el 10 de julio de 2008 (no sé si será casualidad, 12 años después): A dónde van / Nora ote doaz. Claro que como los tiempos han cambiado, te traigo de otra manera el tema, que ahora hay vídeo en You Tube y canción en Spotify.



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