En clase de latín

Entre tantos mensajes y noticias sobre la vuelta al cole (y al insti, la uni...) leía al amigo Guillermo que inicia el nuevo curso, tras ese salto del mundo de la enseñanza del español como lengua extranjera a la educación formal, como profesor de latín.
Cierto es que, jugando con las expresiones, yo le decía a ver si era de quienes "sabe latín". Este tuit también me llevó a recordar mis tiempos de BUP (sí, unos cuantos de quienes fuimos a EGB luego seguimos ese camino en la secundaria) y mis clases de latín en segundo curso, en el Colegio Resurrección María de Azkue, o sea, en el Seminario de Derio. Pensaba que ya te lo había contado por aquí pero no lo he encontrado en las 1700 entradas anteriores, así que voy con un par de anécdotas (que otros compañeros de aquellos tiempos no recuerdan, por cierto).

El profesor era un auténtico experto y culto sacerdote: José Luis Malillos. Y es que recuerdo que nos hablaba en latín, al menos en algunas de las instrucciones. Así, si quería que te levantases del asiento para contestar algo, te decía: "Murua, surge", acompañándose de lenguaje no verbal. Y cuando habías terminado te indicaba "Murua, sede" para que volvieses a tomar asiento. O para que abrieramos el libro, nos decía (o eso creo yo) "aperum librum in pagela ducentesima prima"; y así lo hacíamos. Vamos, que con Malillos, de lengua muerta, poco.

Cierto es que andaba frágil de salud. Y en algunas ocasiones, cuando faltaba nos enviaban a dos alumnos de COU (supongo que los más formales de la clase) a cuidarnos (lo de intentar de darnos clase era harina de otro costal). Se trataba del hoy catedrático de la UPV Joseba Lakarra... y de un tal Iñigo Urkullu. Tempus fugit.

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Acabo: en FB le contestó Mikel aka @eztabai con una frase (no tanto un latinajo), que he tenido que buscar: Prima non datur, ultimaque dispensatur.

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