Recuperando las tertulias
He acudido esta semana al acto organizado por Moskotarrak "La importancia de los cafés en la vida bilbaina". Además de ver el documental realizado por José Antonio Pérez (y desvirtualizar, de paso, a quien es famoso blogger), pude disfrutar de los conocimientos, las anécdotas y, en definitiva, la charla de Carlos Bacigalupe en torno a los cafés bilbainos.
Y es que cuando no había bares y cafeterías, las tertulias se celebraban en cafés (los más pudientes) y en las tabernas. Los cafés no tenían barra, y si eran importantes como el Boulevard, orquestina y no gramófono; luego llegaron las cafeterías y bares, con taburetes para que los clientes estuvieran más incómodos y por tanto menos tiempo. Y las televisiones, en blanco y negro, que acabaron matando las tertulias a juicio del periodista bilbaino.
Quizás, en estos tiempos en que casi todo que se precie debe ir acompañado de eso de lo 2.0, de que las redes nos han ampliado las posibilidades de comunicación, no estaría mal ir recuperando el placer de la comunicación presencial también, de la charla sosegada en torno a un café para hablar de lo divino y lo humano. ¿Y por qué no en un café de Bilbao? Que según dijo Pérez Galdós, una ciudad sin cafés es una ciudad sin alma.
El mundillo blogger está tratando de recuperar aquel espíritu dialógico. Lo virtual facilita el encuentro, pero facilitando, propiciando y complementando (sin sustituir) la intensidad de lo presencial.
ResponderEliminarNo sería mala idea, Iñaki, en la línea que sugieres la recreación de lo que fue el Café Gijón pero en Bilbao.
Ahora también podríamos reunir a nuestros autóctonos contemporáneos para tratar de emular a Camilo José Cela, Enrique Jardiel Poncela, Gerardo Diego, el navarro Santiago Ramón y Cajal, Pérez Galdós,...
Con cuidado de quienes, como Félix, el hermano boticario de Unamuno, se acerquen para "gorronear" el café ;-)
ResponderEliminar¿Quiénes podrían ser esos autóctonos contemporáneos, Mikel?
Ciertamente... recuerda una conversación no hace mucho en la que comenté esta misma posibilidad de recuperar la charla "presencial" sosegada tranquila alrededor de un buen café (como eran los que en Bilbao se tomaban, acompañados de una bollería fina y de calidad) El aroma del tueste natural, agudiza el ingenio y afina la mente y esto sin interferencias de wifis o lanes.
ResponderEliminarLa bollería sería carolina, pastel de arroz o bollo de mantequilla, ¿no?
ResponderEliminar¡Y tabaco, Josu e Iñaki! Que el humo era fundamental en esas francachelas.
ResponderEliminarYo me apunto.
¿Pero no habías dejado de fumar, JV?
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