Leyendo "El mal de Corcira" (Lorenzo Silva)
Hace tiempo que vengo leyendo los libros de la saga de Bevilaqua y Chamorro, como lo admitía aquí en julio de 2014. De hecho, en febrero de 2019, también los incluí en la recomendación que me pidieron en e-Liburutegia. Así que no dudé en apuntarme en la lista de espera para leer el, por el momento, último: El mal de Corcira. Además, toca el tema de "la Cosa" (que diría Iban Zaldua). Ésta es la reseña en el blog de la Biblioteca de Eibar:
«Me ha costado media vida escribir esto», arranca Lorenzo Silva. Su nuevo libro, El mal de Corcira (Destino), llega el 16 de junio a las librerías y él parece sentirse liberado. Por primera vez en su carrera, su hijo literario, el guardia civil Rubén Bevilacqua, rememora su experiencia personal en la lucha antiterrorista contra ETA. Una catarsis que saca a la luz los episodios más crudos en la vida de este personaje creado hace 25 años y al que su creador, de 54, le ha dedicado ya diez novelas.
Lo he leído con cierto interés, como el Nunca fuimos héroes de Fernado Benzos, por ejemplo, teniendo en cuenta el punto de vista del autor, que suele estar bastante claro desde un inicio. Desde luego, me da la impresión que existe una mayor carga ideológica en esta obra de Vila que en otras de la saga. Asimismo, existe una cuestión que me resulta curiosa y recurrente en unos cuantos libros del estilo, que esta vez también tiene su peso (no haré spoiler): el tratamiento de la homosexualidad y ETA (o el entorno de la izquierda abertzale). No sé si es factor concurrente, nada más. Aunque, pensándolo bien, ya se trataba de ese mismo tema también en La muerte de Mikel.
Por otra parte, que Vila es una rara avis dentro de la picolicie (forma utilizada por Silva para referirse a la G.C.) está claro (¿un psicólogo no pensaría en ascender, más que quedarse como suboficial, si es que mis recuerdos sobre la escala militar no me engañan? pero, pese a ello, ¿tanto ascendiente tiene que está por encima en opiniones y actuaciones sobre superiores jerárquicos?). Así que puede que tampoco sean tan habituales y extendidas entre sus semejantes las opiniones sobre el País Vasco.
Por eso, tal vez, me ha llamado la atención que, en uno de los primeros capítulos del libro, el ya subteniente cuente que en soledad escucha Itsasoa gara de Ken Zazpi, y respecto al euskera diga:
[...] escrita en una lengua ajena que no solo me era ajena, sino que durante mucho tiempo había percibido como hostil, porque era la de mis enemigos.
Después van unos comentarios elogiosos, a mi entender, sobre el tema musical. Vaya. Pues acabo de descubrir que en el blog de Lorenzo Silva hay una entrada de diciembre tiene ese nombre, Itsasoa gara, y da pistas sobre la novela (o las daba antes de su publicación).
Vamos, que si el bueno de Rubén piensa (o pensaba, según los tiempos verbales del texto anterior) eso, me supongo qué pensarían la mayoría de sus compañeros y compañeras. O incluso seguirán pensando (y pensando yo, he recordado aquella vez que en EGIN como inocentada publicaron que Aita Villasante, fraile franciscano que era presidente de la Academia de la Lengua Vasca y falleció hoy hace 20 años, estaba traduciendo el Kamasutra... y picaron en medios, como COPE, con los consiguientes comentarios "sabrosos" y poco elogiosos hacia el euskera, allá por 1987, creo). ¡Ay las lenguas y sus usos políticos y politizados!
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