5 años / 5 urte: Juan Carlos Latxaga
Mi primer comentarista
Empecé en esto de los blogs en octubre de 2007. Un amigo, profesor de la facultad de periodismo ( ahora ya no sé cómo se llama exactamente, la facultad, no mi amigo) me convenció de lo importante que es para un periodista sin periódico tener su propia ventana de comunicación. Podríamos hablar largo y tendido de esto, pero no es el sitio. Me explicó de qué se trataba y cómo funcionaba, así que un día de aquel mes de octubre, ni corto ni perezoso, inauguré un primer blog que ahora está en stand by, por decirlo en terminología anglosajona, en lugar de decir que está muerto de risa, que es como mi abuelo solía describir el estado de las cosas abandonadas. Ahora tengo otro que actualizo prácticamente a diario y que me está devolviendo a mis orígenes profesionales.
La verdad es que empecé sin saber muy bien ni cómo ni para qué. De hecho, lo primero que hice fue colgar en el blog todo, o casi todo lo que había escrito en los periódicos y tenía archivado en formato digital.
Cuando escribes en un periódico tienes un cierto retorno que te permite comprobar el efecto de lo que has dicho. Los compañeros de la redacción, los amigos que te leen, algún lector indignado que escribe una carta a tu director… te van dando ciertas pistas. También están los que te dicen que te leen todos los días y que muy bien, cuando hace años que no estás en el periódico que dicen que leen, pero de todo tiene que haber en la viña del Señor.
Cuando me puse con el blog tenía la sensación de que estaba escribiendo solo para mí, como esos futbolistas que sufren una lesión larga y se entrenan en solitario, apartados del equipo, sin que nadie, o casi nadie les haga caso. Para mí era como un ejercicio, un entrenamiento para no perder la costumbre del contacto de los dedos con teclado ni la curiosidad por saber cada mañana qué está pasando en el mundo.
Miraba los comentarios y aparecía siempre un cero. Alguna vez, había un uno, pero la ilusión se iba por el sumidero cuando comprobaba que se trataba de un robot que me decía en inglés lo interesante que era mi blog y me ofrecía venderme algo.
Hasta que un día, en el apartado de comentarios apareció uno escrito por un señor de carne y hueso. Era Iñaki Murua, mi primer comentarista, el primero que le dio algo de sentido a lo que estaba haciendo, la prueba fehaciente de que alguien leía lo que yo escribía.
En el mundo de la prensa escrita, cuando nos referimos al lector, estamos hablando en plural. El lector quiere esto o lo otro, el lector demanda tal o cual, al lector le tenemos que ofrecer aquello o lo de más allá. El plural singularizado que siempre da pie a la vieja broma: el lector, o sea, que tenemos uno, algo es algo.
Iñaki Murua fue mi primer lector contrastado. Aquel primer comentario suyo me demostró que sí, que era posible que hubiera alguien al otro lado de la pantalla y que ese alguien podía reparar alguna vez en lo que uno escribía y soltaba en esa jungla infinita de internet. La primera pregunta que me vino a la cabeza fue ¿y este tipo, cómo me ha encontrado? Es una pregunta que me suelo repetir bastante a menudo. Me han explicado cosas raras de algoritmos, y de key words, y palabras así, pero sigo sin acabar de comprender cuántas casualidades tienen que coincidir para que se encuentren blogger y lector.
Me apresuré a darle las gracias por su comentario, claro, con una mezcla de vergüenza e incredulidad, y a investigar de quién se trataba. Para entonces ya entendía lo que era un link y esas cosas. Descubrí a un tipo inquieto que también tenía su blog, Botxotik ziberespaziora, algo enredador y con vocación organizadora. Él fue el que montó una primera quedada (¿se dice así todavía?), en un partido del Athletic donde nos conocimos físicamente. Después hemos venido manteniendo una relación cibernética gracias a los comunes desvelos que nos proporciona el Athletic y alguna vez compartimos también alguna mesa física, como en la penúltima tertulia bilbaina, otra de sus iniciativas.
Iñaki fue mi primer comentarista y es algo así como mi padrino en esto de internet, el que me demostró con su presencia que esto de los blogs tiene algún sentido.
Ahora me dice que su blog ha cumplido cinco años, los mismos que llevo yo en esta historia, aunque lo mío ha sido mucho más intermitente. Le hacía más viejo (en lo de internet, digo), pero he comprobado que tiene el espíritu eternamente joven de los curiosos y de los inquietos, de los que no se conforman con lo que saben y se pasan la vida aprendiendo. Y además enseña y comparte lo que sabe.
He buscado ese comentario y lo he encontrado, Juan Carlos. Para mí es difícil de explicar esa sensación de poder comunicarte con alguien a quien seguías de hace tiempo (por ejemplo, aquel cuatro en el área) Algo excelente que he encontrado en este barrio blogosférico
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