Concierto en la cibercomunidad, Jordi Martí (#15Botxotik)
No soy músico. Seguramente confundiría, delante de una partitura, las notas y su tempo. No sé distinguir corcheas de blancas o negras. Tampoco soy escritor. Bueno, tengo un blog. Al igual que el de Iñaki. Prácticamente creo que empezamos a la par aunque he de reconocer, aunque mi orgullo quede herido en ello, escribe infinitamente mejor que yo.
Me he ofrecido a escribirle unas líneas para el blog. Uno de los que han cumplido quince años. Quedan muy pocos en la blogosfera. La inmediatez se ha llevado por delante todas aquellas reflexiones que algunos, con mayor o menor acierto, pasábamos a formato de ceros y unos, intentando hilvanar algo en condiciones.
Un blog como el de Iñaki tiene más de Iñaki que de otra cosa. Seguro que al igual que el de todo el mundo. Un blog marcado por ser capaz de generar una cibercomunidad de lectores (me disculpará el maestro por hablar de lectores en lugar de aprendices) y dotar de entidad a todo lo que le rodea.
Pero vayamos a lo personal. A lo que he conocido gracias al blog y a ese perfil de Twitter de alguien que, en persona mejora mucho la calidez que desprende en lo que escribe. En ese concierto que él sabe tocar tan bien. Tuve la oportunidad de conocerle en unas jornadas que organizamos en mi pueblo. Aceptó venir. Honor absoluto. Y mucho mejor la presencialidad que la virtualidad. Tanto de la persona como de la compañía.
Ahora que ha pasado la pandemia toca retomar algo que, como bien sabe Iñaki, es mucho más importante que lo que se diga, aunque sea con exquisitez, en unas palabras escritas en formato digital.
Ya pasados los 15, creo que hay fuelle para mucho más... Un abrazo desde la distancia que unen las redes y que dejan irrompibles los nudos en ciertos momentos.
No sé, Jordi, si a los 15 sigue habiendo fuelle o hay que tomarse algún reposo, de vez en cuando. Pero seguir redes, seguiremos tejiendo, por supuesto. Cuando se pueda en modo presencial (aunque sea con arroz con cosas, ya tú sabes qué pasa con eso de la paella; eso sí, nada de sucedáneos de horchata) y, si no, manteniendo esta relación mediada por la tecnología, antaño epistolar y privada, hoy por otras vías no siempre tan privadas.
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