Distractores en las aulas
A veces escucho conversaciones ajenas. Sin querer, o, lo admito, por curiosidad. Incluso si quieres que te lo adorne un poco, por curiosidad científica. En otras ocasiones, oyes algo y te dan ganas hasta de intervenir. Algo de esto me pasó en las pasadas X Jornadas Didácticas de ELE en Madrid, ya en el pasillo tras salir del excelente taller de Isabel Leal (¿"Un garabato vale más que mil palabras? Estrategias para enseñar y aprender un idioma dibujando?"), y como quiera que me callé en ese momento, te traigo aquí la reflexión.
En ese taller se comentó algo sobre qué pasaba con quien en su momento tomaba apuntes mediante signos, dibujos, garabatos incluso. Y es que mientras que ahora se aplaude, se reconoce (ese graphic recording o sketchnotes que empieza a verse en distintos encuentros, como en Visual Day Eguna o como cuenta, por ejemplo, Ramón Besonías) se solía considerar una pérdida de tiempo, una falta de atención...
Como te decía, ya de vuelta a la sala principal (había un trayecto "majo" desde las aulas donde se desarrollaron los talleres al Aula Magna de la Escuela) oí a un joven profesor, entre otras cosas, que en sus clases (intuyo que de educación secundaria) no había posibilidad de dispersión con los teléfonos móviles y similares (deben estar prohibidos en su centro).
Me quedé con las ganas de decirle, todavía con el dulce regusto de los garabatos del taller, a ver si también tenía prohibidos el papel y el lápiz (o rotulador), para evitar que alguien se dispersase, como podía suceder con aquellos alumnos que tomaban "apuntes visuales", pongamos por caso. Y es que yo además había tuiteado hacía muy poco algunas cuestiones en y sobre el taller, dando (y dándome) una especie de resumen de lo más destacable a mi juicio, incluso buscando información complementaria a lo dicho por Isabel, interaccionando en algunas cosas que ella citaba. Y para ello había utilizado smartphone y tableta, claro. Un ejemplo a continuación.
Y ya puestos, si había ventanas en el aula de ese joven profesor, porque claro, puede haber quien se despiste mirando (recordaba lo leído en "La vida en las aulas" de Jackson sobre alumnos indios, libro que ya he citado, e incluso recomendado, por aquí más de una vez). Por no pensar en quien se podía distraer con el vuelo de una mosca.Habla @isalv en #MADELE19 de "profesor Pictionary" citando a @rllopis_CU— Iñaki Murua (@imurua) March 30, 2019
Referencia: Cómo saber si ya trabajas con la Gramática Cognitiva en tu aula https://t.co/xDmKHJ7Cxn vía @cliccadiz
Tal vez, la pregunta más correcta para estos dos profes, intuyo que noveles, que conversaban (me sale la vena de docente en plan Sancho el Mayor o Sancho el Viejo, según "la teoría de los Sanchos en educación") sería: ¿por qué se despistan o distraen? Y volver a preguntar "por qué" las veces que haga falta.
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