Emocionantes uvas dulces, Labordeta y María José Hernández
Es difícil plasmar emociones en una entrada; pero, lo cierto, es que así fue el concierto de presentación de Las uvas dulces en Bilbao para mí. Emocionante. Así que María José cumplió lo que me adelantó en la entrevista de abril: que íbamos a encontrar emoción.
Hay trabajos y apuestas creativas de los que te sientes cercano; por distintos motivos, este disco es uno de ellos. No conocí personalmente a Labordeta (lástima); tampoco su prolífica obra entera. Sin embargo, siempre me pareció un tío legal, admirable. Y yo también tengo (tuve) un doble cassette, allá por el siglo pasado, con un concierto suyo: Tú, yo y los demás. (Por cierto, una de las cintas la tuvo mucho tiempo un amigo de origen maño, que me la cogió según la vio recién comprada).Tampoco recuerdo de primeras cómo llegué a conocer la música de María José Hernández. Bueno, si miro en este txoko, veo que fue allá por febrero de 2012, de la mano de Víctor Alfaro, y si miro en Facebook, pone que somos "amigos" desde enero de 2012. Desde entonces la he ido siguiendo, he ido escribiendo sobre ella, hemos intercambiado mensajes, y, en la medida de mis posibilidades, he intentado apoyarla.
El concierto, en sí, sin sorpresas pero emocionante como digo, en una línea similar a la que ya apuntaron en cancioneros.com tras el de marzo en Barcelona: excelente voz, afinación y sentimiento de María José, perfectamente acompañada por Sergio Marqueta (piano), Dani Escolano (contrabajo, cello y voz) y Julio Calvo (guitarras), tanto en conjunto los cuatro como en formatos más pequeños (ese dueto con el violonchelo en el Caminaremos, o con el piano en su versión de "La vieja" en el primer bis, por ejemplo). Las uvas, en sí, me sonaron prácticamente como en la grabación aunque mejoradas con las explicaciones que nos dio en muchos de los temas: Rosa rosae, recuerdos infantiles de la época tras la guerra civil; la tristeza de los pueblos abandonados de Quién te cerrará los ojos que María José visualizó como una nana, Como nieve en abril, dedicada a la hija Ángela; los temas primeros que cantó con el abuelo, las canciones de amor... También pudimos degustar entre esas uvas algunas canciones propias de la aragonesa, como La punta del iceberg (ésta tendrá entrada propia) o un tema en fabla. El final, más emocionado que apoteósico, desde la explicación hasta el final cantado, con, como no podía ser de otro modo, el Canto a la libertad (se me olvidó contarle por adelantado que en ese concierto del que tenía yo las cintas, que Imanol Larzabal cantó la estrofa en euskera: "egun batian denok, begirada altxatuta, lur bat izango degu, askatasuna da").
Sentí cierta pena de que no estuviera la sala más llena: me temo que la promoción no ha sido todo lo eficaz que podía haber sido, y si no conoces a la cantante, no ha sido fácil enterarse. Porque, como dijo María José, son canciones que díficilmente se escucharán en los medios de comunicación. Esperemos, con todo, que ese primer concierto en el Botxo tenga continuación. Y porque no puedo ir el día 18 a la sala Clamores de Madrid; si no, repetía sin duda.
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