Una anécdota sobre Ramón Pérez Juste

Me enteré por el blog de Lorenzo García Aretio del fallecimiento de Ramón Pérez Juste, profesor de larga trayectoria y currículum, y a quien tuve como profesor en mis estudios de licenciatura en la UNED, allá por segundo de carrera en la asignatura de Pedagogía Experimental II. No tuve tanto trato con él como Lorenzo; aún así, no me resisto a contar una anécdota, que puede ilustrar cómo era.

Eran años en los que en la UNED funcionaban los cuadernillos que cumplimentábamos los alumnos, que se enviaban y recibían en ocasiones por correo postal; en los que la comunicación síncrona, si no era con el tutor del Centro Asociado, se realizaba por teléfono con la Sede Central. Y, en una de éstas ocasiones, me topé con el profesor Pérez Juste.
Lo cierto es que debíamos de hacer algunos trabajos en la asignatura, y, como quiera que se me pasaron los plazos para hacer alguno más sencillo, me tocó bailar con el más complejo: se trataba de un análisis factorial. La experiencia del curso anterior no había sido buena con los trabajos de mi Centro Asociado, y habían recibido la "bronca" correspondiente tanto alumnos como tutor. De modo que cuando me enfrenté con el trabajo y llegué a ciertos problemas, no me quedó otra opción que llamar a la Sede Central. 

Estas llamadas no siempre eran sencillas, porque tenías que poder contactar con el profesor el día que le tocaba guardia, no siempre estaba ni contestaban directamente... Es más: en este caso, dado el profesor titular era Pérez Juste, renombrado, reconocido y con distintos cargos, supuse que cuando llamara hablaría con algún becario o similar, no con el catedrático y titular de la asignatura. Para mi sorpresa, la llamada la respondió alguien con rapidez y me dijo algo así como "soy el profesor Pérez Juste". 

No supe cómo empezar la conversación; todo lo que había pensado se me vino abajo. Así que empecé a balbucear que qué bien, que qué alegría hablar con él, que había leído unos cuantos de sus libros y artículos (era cierto, jeje)... Le planteé que tenía un par de problemas con el trabajo, que yo había ubicado en mi entorno laboral con datos reales de resultados de exámenes. Por un lado que me resultaba imposible hacer los cálculos a mano pero que tenía quien podía ayudarme; por otro lado, de mis primeros pasos, parecía que no me iba a cuadrar mucho con la parte vista en teoría. Su respuesta tampoco la olvido: que con que mostrara que sabía hacer cálculos sencillos era suficiente y que era lógico y normal tener apoyo informático; asimismo, que no me preocupara si no cuadraba todo de manera perfecta, pues era lo que sucedía en la realidad con frecuencia al investigar, y que sí tratara de explicar bien los resultados. Es más, me comparó mi actitud y dudas con los resultados "tan perfectos" de mis compañeros de Centro Asociado del curso anterior, que daban a entender que eran datos imaginados.

Me dejó más tranquilo, y con esa breve charla me dio unos consejos que me han valido luego a lo largo de los años posteriores. Por cierto, sí, me puso muy buena nota en el trabajo.

Descanse en paz.

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